Llegó rápidamente octubre y… le pido al Universo que le quite el pie al acelerador y se relaje para que el tiempo no corra sino fluya más despacio. En Guatemala el 1 de octubre se celebra el día de los niños, por lo que el lunes lo celebramos con nuestra bebé (quien venía celebrándolo desde hace dos semanas) y me senté un rato a meditar sobre el tema de “ser niñ@” y me recordé de tantas cosas de mi niñez, buenas y malas que aprecio, valoro y agradezco porque como todo, es lo que me hace ser quien soy. Hoy les comparto un poco de esta conversación y meditación conmigo misma (hablándole a Carmela yo en 1,991) que me deja cuatro lecciones de vida para compartir con ustedes y con la nueva pequeña Carmela bebé.
1. Hay cosas y pasan cosas, para bien o para mal, no podemos escogerlas, ni cambiarlas y está bien: En 1,991 ya me daba perfectamente cuenta de las cosas, tenía 10 años y aunque fui una niña feliz en general, a veces lloraba de tristeza y frustración por tener el papá que tenía. Mi papá era alcohólico y neurótico. Veía a mis amigas y compañeras de colegio tener unos papás “normales”, que parecían estar en sus cabales y las trataban bien a ellas y a sus mamás. Mi papá actuaba de una manera que me avergonzaba, nada era predecible, cuando estaba en público siempre me preocupaba que todo fuera a salir mal.
En fin, si pudiera hablar conmigo misma, casi treinta años atrás, me diría que está bien, bueno… no, está mal que mi papá fuera así, pero que yo debo estar bien, que él es él y yo soy yo, y que yo no puedo cambiar de papá ni puedo cambiar al papá que tengo y es algo que debo aceptar. Esa persona que me hizo llorar de pequeña, tantas veces de una frustración inmensa, fue mi mayor lección de vida y ahora que veo el resultado de haber tenido ese papá y no otro, me diría que está bien sentirme frustrada y está bien llorar, pero que sepa que el final será bueno, al menos para mí, mi hermano y mi mamá. Mi papá murió hace unos años, hace cinco si no estoy mal, sabiendo que su vida, en gran parte la había desperdiciado; antes que muriera lo vi, le pedí perdón y lo perdoné.
A nuestra hija le digo que valore con todas las fuerzas de su corazón al papá que tiene, que padres como Jorge son escasos y parecieran estar en peligro de extinción desde el principio del mundo. Que qué habría dado yo por un papá como el suyo, que es muy dichosa, que lo ame, lo valore y lo honre siempre con su vida.
2. Nada es completamente malo: Por un lado La Vida me dio un papá que de pedirlo a la medida, obviamente no lo habría pedido así si me hubieran preguntado antes de nacer (ahora que ya sé como terminó todo, pues sí lo volvería a escoger igualito, al mismo) pero por otro lado La Vida me dio una mamá que de haberla pedido a la medida, nunca me habría quedado tan bien y tan maravillosa como la que tengo (lección: ¡a veces es bueno que la vida nos sorprenda! ¡hahahahaha!!!).
Me diría que la vida es un Ying Yang y que hay cosas malas, pero también hay cosas buenas que son muy buenas. Que a pesar de amar a mi mamá como la amo, la debería de amar más porque es la mejor y no debería prestarle tanta atención a lo malo sino debería de enfocarme más y darle más energía a lo bueno. Si alguna vez me porté mal con mi mamá, no debería haberlo hecho. Me diría que siempre la cuide y que sepa que siempre seremos las mejores amigas.
A nuestra hija le digo que disfrute a mi mamá, porque si fue la mejor mamá ahora es la mejor abuela, que aprenda y que goce cada momento con ella.
3. Que no tengo por qué tratar de impresionar a nadie siendo algo que no soy, porque la verdadera yo es mucho mejor que cualquier invento o apariencia: Generalmente no fui una niña que mintiera o inventara historias de ficción, una sola vez dije una gran, enorme y gorda mentira. Aunque con mi familia tuvimos el privilegio de viajar, y de pequeña fuimos varias veces a México y a Estados Unidos. Para una Semana Santa, no se si por huir de mi realidad y al mismo tiempo aparentar una vida más interesante, inventé que había ido a Tailandia, obviamente era una niña que no sabía mentir, la verdad salió a la luz y fue causa de burlas de mis “amigas”, me quise morir tanto de la vergüenza que no quería siquiera ir al colegio. No se si me daba más vergüenza que se supiera que había mentido, o que la verdad era que durante esa semana lo más que hice fue ir a la iglesia con mi mamá mientras mi papá en lugar de sacarnos a pasear o preocuparse por nosotros, se bajó la botella. Y al mismo tiempo pensaba “jamás voy a conocer un lugar tan lejano y tan exótico como Tailandia” posiblemente en ese momento odiaba mi vida y aunque tuviera problemas más grandes, ese pensamiento pasó en mi mente muchos días, de esos que cuando uno es pequeño, parecen siglos.
Me diría tantas cosas respecto a esa ahora anécdota… Uno: No debo inventarme nada, ¿cuál es la razón? ¿huir de la realidad?… de la realidad no se huye, se le enfrenta con valentía y se trabaja para algún día poder cambiarla si es que está en nuestras manos. Dos: No debo tratar de aparentar algo que no soy, que las apariencias no duran porque son espejismos, ninguna mentira se mantiene de pie tanto tiempo, entonces ¿por qué mentir? no tiene caso. Tres: Si deseo algo, debo trabajar para conseguirlo. Cuatro: Debo preocuparme por lo que es verdaderamente importante. Y cinco: Queridísima Carmela niña, eres tan cool que es tonto querer ser algo o alguien diferente a lo que eres. No vas a vivir en la casa de tus papás para siempre, antes de lo que te imaginas serás una mujer independiente y vivirás en un apartamento como el de tus sueños… y además viajarás por el mundo, que si es algo que te preocupaba… a los treinta y cinco habrás ido tres veces a Asia… tranquila niña de mi corazón, harás todos tus sueños realidad.
A nuestra hija le digo lo mismo: Queridísima Carmela bebé, eres tan cool que es tonto querer ser algo o alguien diferente a lo que eres y si deseas algo, trabaja duro para conseguirlo.
4. “Escucha, me gustaría poder decirte que todo mejora. Pero, no mejora. Tú mejoras”.
Basada en esa frase de Joan Rivers, me diría y le digo a nuestra hija que la mayoría de las veces no es el mundo, la situación o las personas quienes mejoran, ellas posiblemente no mejoran, eres tú quien mejora con ellas y por eso, tu vida se vuelve mejor. Naciste en un lugar, donde a pesar de todo, eres sumamente privilegiada y tienes muchas oportunidades, estudia duro y trabaja más duro aún. La frase “estudia duro” parece cliché, pero en serio, si pudiera aprovechar más los estudios ¡lo haría!, quisiera decirte Carmela 1,991: si eres buena alumna, se mejor, tal vez ahora no te parece tan importante aprender algunas cosas pero finalmente tooodo es importante ¡estudia más por favor!!!.
Goza tu niñez (¡goza la vida!) porque si bien, cada etapa de la vida es maravillosa, la niñez tiene ¡tanta magia y encanto! pasa tan rápido que la debes disfrutar cada momento, cada día.
Sueña, sueña mucho y trabaja por hacer tus sueños realidad. Hay momentos de la vida que serán muy difíciles pero nunca jamás te des por vencida, llora, patalea, siéntete triste… pero luego levántate y lucha el doble de duro que antes y no te des por vencida. Eres maravillosa, única e irrepetible, solamente tú controlas tu vida, solamente tú eres responsable por tu vida. Ámate, valórate, cuídate, hónrate, consiéntete… nunca olvides que tu mamá te ama infinitamente, y (en el caso de Carmela bebé) tu papá también… y por favor nunca descuides a tu niña interior.