Sin duda, el tener un hijo es uno de los detonantes de aprendizaje más grandes que puedan existir y con ellos, en nuestro caso ella, ese aprendizaje no termina jamás. Siempre suelo decir (en tono de broma) que los bebés, específicamente, no son tan frágiles como parecen, de hecho están hechos para personas ignorantes (en tema de bebés e hijos) como lo somos los papás primerizos. Y es cierto, porque al principio no sabemos nada de nada y no tenemos idea de lo que está sucediendo o sucederá, vamos aprendiendo en el camino, además por más cursos prenatales que se reciban, no hay un lugar para estudiar maternidad y paternidad... todo es cuestión de práctica y cada día somos menos ignorantes en el tema.
Lo que les puedo decir es que este "laboratorio de maternidad y paternidad" es fabuloso y aunque es cansado y algunas veces muy retador cual deporte olímpico ¡es espectacular! nunca antes había hecho algo tan grande e importante.
Un año después del nacimiento de Carmela, que será en dos días, hago una retrospectiva de lo que ha sido para mí y las lecciones más grandes que este año me ha dejado.
1. La primera lección es darme cuenta que la mejor decisión respecto a nuestra hija fue tenerla después de los treinta. Y aunque cada quien tiene un reloj biológico diferente y algunos lo han vivido todo a los 20's y otros mueren a los 100 sin haber hecho mucho, en lo personal creo que haber esperado a mediados de los treintas, fue el mejor momento para convertirme en mamá, ya había hecho todo lo que había deseado personalmente: estudiar, graduarme de la universidad, parrandear, viajar por el mundo, vivir sola, seguir parrandeando, vivir en otro país, trabajar en otro país, conocer al amor de vida... hecho y desecho, triunfar, fracasar, volver a comenzar... todo!, estaba feliz y en paz, era el mejor momento de mi vida, lista para recibir un reto tan importante como el de tener una hija.
Como mujeres, aunque tengamos una pareja a nuestro lado que hace todo lo que le corresponde y más, aún así, nuestra parte es mayor sólo con el hecho de llevar nosotras el embarazo y parir, es una época de tremenda sensibilidad y si hay algo que nos afecta, en ese momento nos afecta más, si tenemos cosas pendientes y eso nos afecta, nos roba y nos quita energía que corresponde a disfrutar ese momento maravilloso, es como tener "cien pesos" y necesitar cien para pagar la renta y cien para comer... si pagamos la renta, tendremos hambre y si comemos no tendremos paz sin techo... estar en paz, haber cumplido nuestros sueños y tener luego un hijo, si es eso lo que se desea, es tener los cien para pagar la renta y los cien para comer.
Tener un bebé es algo que suena super lindo, romántico y bello, y aunque lo es, ante todo es en realidad una graaaaaaan responsabilidad y requiere muchísimo trabajo, solo cuando se está dispuesto a cumplir esa responsabilidad y a trabajar con todo, es cuando a consecuencia de ello suenan campanas y salen corazoncitos de los arcoiris... de lo contrario tener un bebé se vuelve una carga, y perdón por ser tan sincera pero es cierto, es por eso que a los quince años (por ejemplo, que a esa edad si no podemos con nuestra vida, menos podremos con otra) un bebé no es un sueño hecho realidad con violines y estrellitas. Y hay tremendas mamás increíbles que teniendo un bebé en la adolescencia hicieron un trabajo excelente, pero si les preguntamos si fue difícil, seguro nos dirá que fue dificilísimo! y si lo disfrutaron, también seguramente nos dirán que en otra etapa de su vida lo habrían disfrutado más.
2. El mito de "ya solo vas a pensar en tu bebé" es el que más he tratado de desaparecer, por no decir abolir, en esta nueva etapa de mi vida. Por supuesto que nuestra hija ocupa la mayor parte de mi cerebro y mi corazón y me encanta, pero yo no desaparecí de ambos para ceder mi existencia a ella, al contrario, me quiero, me valoro más y trato de cuidarme y consentirme más que antes.
Por ejemplo, nunca me ha gustado y/o necesitado maquillarme tanto o de manera recargada para un look diario, a excepción de los labios; antes de tener a la bebé casi no me maquillaba, disfrutaba tener la cara lavada, ese era mi gusto, pero ahora trato de no salir de casa sin maquillarme, y aunque es sólo un poco, de manera natural, hacerlo (valga la redundancia) hace una gran diferencia, ¿por qué? porque mi look que antes que me parecía "fresh y natural" ahora con la bebé me parece descuidado y si algo no deseo ser, es esa "persona descuidada porque ahora es mamá", como algo personal, he decidido ser la mejor versión de mí, para mí, para Jorge y para nuestra hija; que ella pueda ver nuestras fotos cuando sea más grande y diga "que guapa mi mamá", "mi mamá a pesar de encargarse siempre de mí y además de tener un trabajo, siempre o casi siempre estaba nítida"... y por supuesto que si un día me da la gana bañarme hasta tarde o quedarme un día completo en pijama pues lo hago, pero lo que no quiero es pasar los mejores días con nuestra hija con la cara lavada, en pants y con vómito en la blusa... y no por lo que la gente pueda decir de mí, sino por mí misma y porque si me siento feliz por dentro, quiero proyectarme de la misma manera, no quiero ser una mujer que es mamá feliz por dentro y lucir de la manera opuesta.
3. Una lección esencial es saber que la educación de una persona empieza desde el día que nace, todo esfuerzo suma y dejar el tiempo pasar o dejarlo al azar no es una opción para nosotros. Por ejemplo el tema de la comida, muchas personas me preguntan cómo le hicimos para que comiera de todo. Lo planeé desde que estaba embarazada, comí de todo porque yo como de todo. Y luego cuando la bebé empezó a comer, todo lo hice a propósito y bien pensado, en sus primeras compotas agregué especias como cúrcuma, canela y hasta un poquito de pimienta, todo respecto a su educación es pensado anticipadamente, aunque tampoco se imaginen que me paso el día planeando la vida de nuestra hija, se trata de sumar esfuerzos pero tampoco intentarlo tanto, porque si no, entonces deja de ser divertido.
Que si es tan social, ama salir, conocer gente y desde ya para su edad se expresa tan bien, es porque la saqué desde los 15 días para que se sintiera cómoda fuera de casa y rodeada de extraños, la he inscrito en Gymboree para que se desarrolle física y mentalmente, a clases de música para que le interese y sea más fácil aprender un instrumento y ahora empezamos con clases de francés una vez a la semana para que se familiarice con el sonido y fonemas del idioma para que lo pueda hablar más adelante, todo lo hemos hecho desde el principio para que la mayoría sean gustos naturales y no adquiridos. El cerebro de un pequeño es una esponja y por eso es de aprovecharlo y sacarle provecho desde el principio, todos somos capaces de todo, pero muchas veces dejamos aprendizajes "para después", "cuando sea más grande", "en otro momento" y mil pretextos más, si el aprendizaje se promueve desde el principio, el camino es mucho más fácil. Deseamos que nuestra hija tenga la mayor cantidad de puertas abiertas para que ella más adelante decida a cuáles entrar, qué le interesa realmente y mientras lo hace tenga la mayor cantidad de experiencias posibles porque todo lo que pueda aprender, poco o mucho de lo que sea, la alimenta como persona y siempre será valioso.
4. El amor es vital y la disciplina en una medida adecuada también lo es, aunque queremos que nuestra hija no tenga límites para su vida en cuanto la creatividad, la imaginación, etc, debe saber respetar los límites de la educación, la cortesía y el respeto. Sabemos que estos conceptos son elevados para su edad, pero desde ya tratamos de corregirla con amor y paciencia, ciertas actitudes que por más pequeñas que parezcan ahora, si se dejan pasar por alto pueden ser más complicadas después, por ejemplo, cuando nos ha golpeado la cara y aunque sabemos que lo hace sin querer y que es una bebé que no mide su fuerza y que apenas está desarrollando su motricidad fina, aún así, le decimos que uno no golpea a las personas, que debe ser más cuidadosa, que la cara se acaricia y se trata con cuidado... o cuando quiere algo que por alguna razón no puede tener porque puede hacerse daño, como unas tijeras, un cuchillo, etc, le decimos que no lo puede tener y le explicamos por qué. En una ocasión lo que pedía no era en sí peligroso, no recuerdo que era pero no se lo podía dar, lo que si recuerdo fue lo que le dije a la señora que me dijo "ay no sea mala, déselo" mi respuesta fue "No. En este momento no puedo dárselo y no soy mala, yo soy su mamá y en este momento no puede tenerlo, hoy es ésto y el día de mañana es un Merceds Benz, debe saber que no siempre vamos a poder darle todo lo que desea"... a la señora no le quedó más que decirme "si verdad, tiene razón".
5. Cada niño es único y a nuestra hija no la comparamos con otro, que no le han salido los dientes, pues ya le saldrán; que tardó en gatear para adelante porque solo gateaba para atrás, pues en algún momento lo iba a hacer y lo intentaríamos y la ayudaríamos, y si no, pues no iba a gatear para adelante y punto... y finalmente lo hizo muy a su estilo y ahora hay que agarrarla porque si no se va hahahahahaha!!!!... que ya se para, pues bien por ella y nosotros muy felices, que dice varias palabras y al parecer hablará antes de lo esperado, pues ¡bravo! que igual nos emociona y no comemos ansias... ¡eso! no comemos ansias, ella tiene su tiempo y sus capacidades únicas y peculiares y tendrá algunas y seguro otras no, gozamos lo que hace hoy y esperamos primero Dios tenga un futuro brillante y aunque nos importa su futuro, nos enfocamos y nos la gozamos cada día, hoy.
Y eso me lleva a la lección más grande de todas: una mamá estresada, es una hija estresada, una mamá relajada es una bebé relajada, una mamá feliz, es una hija feliz. Y aunque hay días fáciles y otros difíciles, siempre todos, de alguna manera u otra son maravillosos, aunque en algún momento me he vuelto loca y he perdido la paciencia. Que ni nuestra hija ni yo somos perfectas pero juntas hacemos un trabajo espectacular, que ella es nueva en este mundo y yo también (de alguna manera) lo soy. Que aunque ella necesita amor, comprensión, paciencia y cosas específicas de su edad a las que cedemos con amor y gusto, es ella quien se debe adaptar a nuestra vida y no al revés. Que soy una mamá consiente de nuestra hija pero jamás seré una madre abnegada porque la abnegación supone un sacrificio o una renuncia a los deseos o intereses propios y la maternidad no debería ser un sacrificio de nada sino al contrario, a pesar de no ser perfecto (nada es perfecto en este mundo) debe ser una celebración de la vida, debe ser divertido, debe ser un gozo, sobre todo ahora que es pequeña, y no como se dice de costumbre "vamos a tener a los hijos seguidos para salir pronto de eso"... yo no quiero "salir pronto de ella" que nada pase pronto, que cada etapa pase habiéndonos gozado la anterior, que finalmente viéndolo con ojos de mamá y refiriéndome a la vida de nuestra hija, ser adulto no es tan divertido (aunque sí lo es!), y quiero que ese día para nuestra Carmela, tarde en llegar.
¡Y volando se pasó el primer año! y quisiera tener una máquina del tiempo para volver a vivir los 365 días de la misma manera una vez más, mientras en un universo paralelo el crecimiento de nuestra Carmela quedara en pausa... pero tristemente no se puede... por eso cuando me dicen "gozátela!!" yo solo pienso "ay Dios! pero si solo que me la coma porque no me puedo gozar más! hahahahahaha!!!"...
bienvenido sea el segundo año de su vida! y vamos con todo! <3