1. Comenzar el día con una mentalidad positiva y enfocada en lo que deseamos realizar. Respirar, despertar, volver a respirar profundo, levantarnos, estirarnos, meditar aunque sea en la regadera mientras nos bañamos. Sonreír frente al espejo, decirnos a nosotras mismas que somos capaces de lograr lo que nos proponemos, fijarnos un objetivo y saber que podemos alcanzarlo. El poder de la mente es inmenso y si piensas que te va a ir bien es muy probable que te vaya bien.
2. Hacer listas y crear rutinas. La organización evita el agobio. Las listas nos dan una estructura y nos ayudan a diferenciar, entre las muchas cosa que tenemos que hacer, lo vital de lo importante… y a descifrar lo que está lejos de ser importante. Priorizar. Las rutinas alimentan la práctica, y la práctica hace a la maestra.
3. Ayudar a otras mujeres. Propaga amabilidad. Cada una en nuestro pedazo de mundo tenemos muchas maneras de ayudar a las demás. Desde apoyo económico a organizaciones que ayudan a mujeres hasta una sonrisa a otra mujer aunque no la conozcamos; todo suma y todo es importante. Donar la ropa en buen estado y limpia que ya no usamos, un mensaje preguntando cómo está esa amiga que sabemos que no la está pasando tan bien, etc.
4. Darnos tiempo y amor a nosotras mismas. Ser nuestra prioridad. Tomar una pausa, felicitarnos, abrazarnos, enamorarnos a nosotras mismas, consentirnos… desde un acto tan material como comprarnos algo que nos gusta, nos hace sentir bien y que hemos trabajado para poderlo comprar sin dar explicaciones… hasta tomarse el café o té caliente… caliente y no frío dos horas después de haberlo servido, servirse el café o el té y darse un momento para disfrutarlo… caliente. Y aplica también frío, porque si el hielo se derritió significa que pasó el tiempo y se arruinó.
5. Dejar de compararnos con los demás. Es como en las carreras cuando un corredor voltea a ver a quien viene detrás, se desconcentra y pierde. La comparación nos limita, nos debilita y entorpece nuestro amor propio. “Cada una somos únicas e irrepetibles” me ha dicho mi mamá toda la vida, no hay nadie como yo, para bien o para mal y me encanta. Quiero ser yo y no como nadie más. De las demás podemos inspirarnos y aprender, por supuesto, pero las demás no son la vara con la que me mido, si la vida tiene alguna competencia, que sea de mí conmigo misma. Conoce tu valor. Amarse hoy y ahora, antes que a cualquiera.
6. Aprender. La vida es un sinfín de lecciones, aprender siempre, de los errores, de las cosas nuevas, actualizarse... el mundo no deja de moverse, y quien para (en este sentido del aprender), pierde. Algo básico que aprender, es aprender a decir no.
7. Consiente tu cuerpo. El cuerpo es nuestro caparazón sagrado y hay que cuidarlo, apapacharlo y consentirlo y así como a veces se necesita una copa de vino o un pastel de chocolate, también se necesita una sesión de respiraciones profundas, una clase de yoga o correr 10 kms. Escuchar nuestro cuerpo, darle lo que necesita y quererlo mucho.
8. Ser agradecida y vivir con gratitud, quien es feliz y agradecida no tiene tiempo de molestar a los demás.
Eso sí, ¡ojo! ser agradecida y vivir con gratitud no significa agachar la cabeza y quedarse callada.
9. Celebrar lo grande pero lo pequeño también, siempre. No hay pequeñas victorias cuando contribuyen a llegar a alcanzar lo que deseamos. A la meta se llega dando muchos pasos.
10. No esperar la oportunidad sino crearla. Pocas cosas ganamos quedándonos en nuestra zona de comfort. “¿Qué hubiera pasado si…?”... creo que esa pregunta es una tortura. No nos quedemos con la duda, conozcamos el final de la historia, decidamos nosotras mismas nuestra historia. Las riendas de nuestra vida son nuestras, solamente nuestras. Que como diría la Agrado (personaje maravilloso y espectacular de Almodóvar que ya antes he mencionado porque la amo!) “porque una es más auténtica (y feliz) cuanto más se parece a lo que ha soñado de sí misma."