PANTONEMAGENTA

La historia de como logré estudiar lo que de verdad deseaba

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El sábado 14 de febrero del 2,004 me gradué de la Licenciatura de Diseño Gráfico en Comunicación y Publicidad, fue uno de los días más felices y más importantes de mi vida, me gradué de la carrera que había decidido por elección y vocación… y sin saberlo hasta unos días antes del acto de graduación, con honores. Allí había dejado atrás cinco años de mucho sudor y muchas lágrimas, y también mucha felicidad pero aún más muchisísimo esfuerzo, que no fue precisamente por los estudios, que aunque no era fácil no fue el mayor reto, el mayor reto fue lograr pagar cada mes.

Nací siendo una niña feliz, afortunadamente siempre lo he sido y nací también siendo muy privilegiada. Recuerdo que en mi casa se tocaba una campanita en el comedor para que sirvieran la comida, no sé por qué ese recuerdo es uno que perdura en mi mente después de tanto tiempo. De niña mis papás siempre me dieron lo mejor, ya he contado en otras ocasiones que mi papá fue un excelente padre los primeros años de mi vida y mi mamá se dedicó en cuerpo, alma y corazón a nosotros, y desde la madrugada del 19 de mayo de 1,981 ha sido mi porra, mi fan y mi apoyo más grande.

Conforme fui creciendo, el alcoholismo de mi papá lo fue convirtiendo en una persona cada vez más dura y difícil. Durante mi adolescencia las cosas se empezaron a poner rocosas y cuando me gradué del colegio y decidí estudiar Diseño Gráfico, la bomba explotó. Mi papá un hombre de otra generación por completo y superlativamente testarudo, pensaba en aquel tiempo, que solamente la medicina, las leyes y al menos la ingeniería, podían ser tomadas como verdaderas profesiones. Mi papá era un hombre muy inteligente, muy académico y culto, fabuloso para hacer grandes negocios, sabía de mucho y sabía bien, utilizaba las palabras correctas y era amante del diccionario a quien llamaba “amansa burros”, seguramente de él aprendí a amar las palabras adecuadas y correctas, a usar los términos exactos y a apreciar el significado de cada uno… en fin, a pesar de eso, él no fue a la universidad, por si tenían duda de cuál fue su carrera universitaria.

Cuando le dije que había decidido estudiar Diseño Gráfico, cosa que me había costado decidir porque sabía que para nada le gustaría la idea, me dijo “eso es un desperdicio teniendo la inteligencia que tenés, eso es para retrasados mentales. Conmigo no contés.”. Fui a hacer el examen de ingreso, no recuerdo si fue en la última oportunidad, pero seguro no fue en la primera y solamente hice examen de ingreso en una universidad, en la que había decidido ir; en ese entonces solamente se llevaba esa carrera en tres universidades y de esas tres opciones sólo dos tenían la licenciatura y para colmo, la que había elegido era la más cara y no tenía plan B, era esa en la que quería estudiar porque me parecía que era la que tenía el mejor pensum. Me aceptaron y para mi suerte empecé a estudiar el 4 de enero porque debíamos sacar casi todos los alumnos de la facultad, un curso propedéutico de matemáticas, y digo “para mi suerte” porque el curso había que pagarlo obviamente.

También seguro se han de preguntar por qué no opté por una beca, por supuesto que apliqué a una, y por méritos académicos me habría ganado una beca completa, peeero… este tipo de beca no existía, solamente existían becas parciales para alumnos de recursos escasos y aunque mis recursos económicos no eran escasos sino nulos, aún así no era candidata. No se imaginan la frustración cuando me dieron esa información, lo único a lo que podía optar era a un crédito estudiantil… que me permitía estudiar debiéndolo todo y así cuando me graduara seguiría sin dinero y además con una deuda gigante con intereses, gracias pero no gracias, nunca fue opción.

Desde que tenía 12 años comencé a cantar en la ceremonia religiosa de bodas junto con mi maestra de música y una amiga dos años mayor. Una vez una persona que se iba a casar, nos pidió que cantáramos en su boda y allí comenzó nuestro pequeño negocio que durante años cubrió mis gastos personales, así ni dinero le pedía a mi papá sino solo permiso (un problema menos)… y luego pagó en gran parte mis estudios universitarios.

Mi mamá desde el principio me dijo que íbamos a lograrlo, ella me llevaba a donde necesitara, sacaba de los gastos de la casa (que cada vez mi papá le daba menos dinero por cierto) para ayudarme, me llevaba y traía a las bodas, quince años, primeras comuniones y bautizos que me tocaba cantar, para ese entonces mi compañera de canto fue a vivir a Estados Unidos buscando su sueño de ser cantante profesional y éramos un cuarteto: Marisabel mi maestra de música al órgano, un cello, un violín y yo en la voz mezzosoprano.

A la universidad iba con mi amiga Karen quien era mi vecina y con quien habíamos sido amigas en el colegio, ella me “dió jalón” desde el primer día, y eso valió para que le esté eternamente agradecida por sieeempre, años después se cambió de casa y otra amiga que Dios puso en mi camino, Claudia, me daba jalón con su papá, otros ángeles a quienes llevo también en mi corazón por siempre. Mi mamá me seguía llevando de arriba a abajo, como no tenía computadora para hacer los trabajos, trabajaba en el laboratorio de computación de la universidad o mis amigos hacían favor de prestarme la suya, Karen y Claudia muuuuchas veces me dieron posada para poder usar la de ellas, la computadora que tenía en casa no aguantaba los programas de diseño… cuando hubo necesidad de aerógrafo y compresor también me lo prestaban… y así fui estudiando, con la ayuda de Dios, de mi mamá y de grandes amigos y compañeros que siempre me hecharon la mano.

Habían semestres donde me iba muy bien y lograba pagar a tiempo, pude seguir trabajando durísimo (trabajaba viernes, sábado y a veces hasta domingo) y ahorrando, pude ir con mi propio dinero a congresos de diseño fuera de Guatemala, el Congreso Nacional de Diseño Gráfico en México o la HOW Design Conference en New Orleans, y también hubo momentos más difíciles donde o pagaba o no podía presentar mis exámenes parciales o hasta entrar a clase. En una sociedad donde “Dios me guarde no tener dinero y andar contando mis problemas porque qué va a decir la sociedad” así tipo telenovela mexicana, me tocó pedir pedir prestado y aceptar la generosidad de personas de corazón generoso, a quienes el dinero les sirve en lugar de ser petulantes y engreídos para ser bondadosos y compartir su dicha con los demás. Nunca se me van a olvidar las palabras de un amigo a quien amo con todo mi corazón “tome Carmela, ¿usted sabe para qué sirve el dinero? para hacer feliz a la gente que uno quiere”.

Congreso Nacional de Diseño, México 2,000 con Lance Wyman, diseñador de la imagen de México 68.

Congreso Nacional de Diseño, México 2,000 con Lance Wyman, diseñador de la imagen de México 68.

Sapienza Università, Roma 2,001.

Sapienza Università, Roma 2,001.

Y así pasaron los años, ya iba a terminar la carrera y sólo hacía falta llegar a la cima, pero justo es allí la última prueba de fuego, debía una mensualidad y tenía que pagar los privados y los gastos de graduación, que no son opcionales, de haberlo sido, que me mandaran mi diploma a mi casa y feliz de la vida, oootro gasto, lo último y no lograba juntar el dinero. Fue mi mamá quien recibió un dinero de un familiar que antes de morir la buscó. Mi mamá que ha sido como el pastel más increíble que me ha endulzado la existencia, era también la cerecita que coronaba esa etapa de mi vida. Logramos ponernos al día en el pago, pagar los privados y luego pagar la graduación.

Cerré pensum en el 2,003, ese mismo año antes que terminara, justo el día que me confirmaron que había aprobado el examen privado y mi título universitario era un hecho, fue día jueves, recibí una llamada del dueño de la empresa donde siempre quise trabajar, que en esa época (oootra época) era la única en Guatemala donde el diseño era todo y era el epítome del avant garde. Me llamó y me dijo “Hola Carmela, soy Emilio, mire estoy buscando una diseñadora, usted no conoce a alguien que me pueda recomendar?” y le dije “Hola! si por supuesto, yo.” Fui al dia siguiente (viernes) a su oficina, y el lunes empecé a trabajar allí. Sí, fue como de película pero así pasó.

Mi papá fue a tooodas las celebraciones, fue a la cena de graduandos donde me tocó dar un pequeño discurso y públicamente le agradecí haber sido motor de una de las pruebas más grandes de mi vida, el oro se forja en el fuego, el entrenamiento olímpico no son cinco sentadillas, tres brincos y una vuelta a un campito… son años de madrugar, desvelrse, sudar, llorar… y luego cuando uno se sube al podio y le dan la medalla de oro, porque para mí, mi título universitario es mi medalla de oro olímpica, compitiendo contra la vida y contra mi misma, se siente majestuosamente bien. Fue a la graduación disfrutó de las palmas, muy escuetamente me felicitó y finalmente tuvo un grand gesture de un buen contrincante que acepta su derrota y pagó el almuerzo que hice para celebrar y me regaló un carro.

A mi papá, en el 2,014 después de casi ocho años de no vernos, antes de morir, lo perdoné, honesta y transparentemente no le guardo rencor, ahora parece fácil, pero debo aceptar que tuve durante años una parte del corazón podrido por él. ¿Me habría gustado ser la hija más amada, apoyada y comprendida por mi papá, que fuera mi amigo y apoyo como mi mamá, haber tenido la Mac que parecía una burbuja, en color rosado (porque esa fue la que siempre quise), con una impresora para imprimir afiches 18x24, carro para ir y venir a donde necesitara y mil lujos más? por supuesto que sí!!!! si de querer se trata, habría querido tooodo y más, pero aún así no cambiaría nada, porque cada cosa que ha pasado en mi vida es lo que me ha hecho como soy y lo que soy, y si eso era necesario, que tengo la certeza que lo fue, lo es y lo será, entonces ha valido la pena.